Hay fenómenos de naturaleza involuntaria (por más que los gobiernos pretendan a menudo potenciarlo con dádivas: recordemos a nuestro Zapatero) como el crecimiento demográfico, que pueden tener consecuencias muy profundas en el cambio social. Recordemos, por ejemplo, el derrumbe de las fronteras del Rhin del Imperio romano a causa de las oleadas imparables de los pueblos germánicos.
Recuerdo que lo advertía frecuentemente el periodista Eduardo Haro Tecglen, cuando apenas se atisbaban las masas migratorias y de refugiados, empujando los fuertes de Occidente, que vemos hoy, con tan estúpida indiferencia. Al fin y al cabo, es el arma más vieja de los pobres: tener más hijos, formar una prole. Tirando muy largo y muy atrás, tal vez ese fue el secreto del homo sapiens en su expansión y preponderancia por todo el planeta: ser más, desbordar el espacio para crear un nuevo tiempo…
Un mando del Ejército israelí así lo aseguró ante la Comisión de Asuntos Extranjeros y de Defensa de la Knesset el pasado 26 de marzo. Alrededor de cinco millones de palestinos viven en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Si a esas cifras se le suman los residentes palestinos de Jerusalén Oriental, en torno a 323.000, y los árabes israelíes (1,8 millones), los árabes (7,1 millones) superarían en número a lo judíos en la zona que abarca del Mediterráneo al río Jordán. Según el censo anual publicado por el servicio israelí de estadística el pasado 16 de abril, los judíos son 6,5 millones en la región (un cifra que incluye a los colonos instalados en Cisjordania).
Dichos cálculos tienen repercusiones políticas. Y confirma el argumento enarbolado por la izquierda israelí desde hace décadas, a saber, que la demografía palestina es una “bomba de efecto retardado” y que es urgente dar con la solución de los dos Estados antes de que los judíos sean minoría. Sin embargo, en la derecha, esta teoría ha sido invalidada sistemáticamente. Al contrario, los partidarios del Gran Israel, o al menos de la anexión de una parte de Cisjordania, aspiran a conservar una mayoría judía, consideran que la dinámica demográfica es propia a los judíos y que las cifras facilitadas por el Ejército son “falsas”. Israel-Palestina: el desafío demográfico
Recuerdo que lo advertía frecuentemente el periodista Eduardo Haro Tecglen, cuando apenas se atisbaban las masas migratorias y de refugiados, empujando los fuertes de Occidente, que vemos hoy, con tan estúpida indiferencia. Al fin y al cabo, es el arma más vieja de los pobres: tener más hijos, formar una prole. Tirando muy largo y muy atrás, tal vez ese fue el secreto del homo sapiens en su expansión y preponderancia por todo el planeta: ser más, desbordar el espacio para crear un nuevo tiempo…