last edited: Tue, 05 Nov 2024 00:13:39 +0000
Cada mañana, cuando salgo a caminar, me encuentro con pequeñas curiosidades que solo el ojo observador puede ver.
Hace algún tiempo me encontré con este pequeño caracol cruzando la carretera. Un tramo corto para los humanos, pero extenso para él. No sé a dónde iba o cuál era su meta, pero me llamo la atención su determinación.
Le tomé una foto y lo dejé seguir su camino.
Cuando regresé de mi caminata, unos 50 minutos después, lo encontré nuevamente. Apenas había llegado a la mitad de su ruta, pero seguía caminando.
Me detuve a observarlo. Era una escena conmovedora.
El caracol se arrastraba con lentitud, pero sin detenerse. Se empujaba con su parte frontal, dejando un rastro de baba brillante a su paso.
Me maravilló su fuerza y perseverancia. Nadie lo notaba, nadie lo miraba, pero él seguía hacia adelante, hacia su meta, cualquiera que fuera.
Eso me hizo reflexionar. No todos corren de la misma manera. No todos logran sus metas al mismo tiempo. Hay quienes son rápidos, hay quienes son lentos. Sin embargo, eso no es tan importante como la perseverancia.
La perseverancia es la que al final dará sus frutos.
Hay rápidos que se rinden a mitad de camino y no llegan a la meta y hay lentos que perseveran hasta el final y logran lo que se propusieron.
Lo importante es perseverar, así como el caracolito, para llegar a nuestra meta o lograr aquello que tanto deseamos. Aunque a veces se haga lento el camino, no desistas. Hay recompensa para el que persevera.
Hace algún tiempo me encontré con este pequeño caracol cruzando la carretera. Un tramo corto para los humanos, pero extenso para él. No sé a dónde iba o cuál era su meta, pero me llamo la atención su determinación.
Le tomé una foto y lo dejé seguir su camino.
Cuando regresé de mi caminata, unos 50 minutos después, lo encontré nuevamente. Apenas había llegado a la mitad de su ruta, pero seguía caminando.
Me detuve a observarlo. Era una escena conmovedora.
El caracol se arrastraba con lentitud, pero sin detenerse. Se empujaba con su parte frontal, dejando un rastro de baba brillante a su paso.
Me maravilló su fuerza y perseverancia. Nadie lo notaba, nadie lo miraba, pero él seguía hacia adelante, hacia su meta, cualquiera que fuera.
Eso me hizo reflexionar. No todos corren de la misma manera. No todos logran sus metas al mismo tiempo. Hay quienes son rápidos, hay quienes son lentos. Sin embargo, eso no es tan importante como la perseverancia.
La perseverancia es la que al final dará sus frutos.
Hay rápidos que se rinden a mitad de camino y no llegan a la meta y hay lentos que perseveran hasta el final y logran lo que se propusieron.
Lo importante es perseverar, así como el caracolito, para llegar a nuestra meta o lograr aquello que tanto deseamos. Aunque a veces se haga lento el camino, no desistas. Hay recompensa para el que persevera.
Corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante.» Hebreos 12:1
last edited: Tue, 05 Nov 2024 00:13:23 +0000
Recuerdo que hace aproximadamente tres años y medio, mi hijo me instaba a acompañarlo al gimnasio. Lo pensé mucho antes de decidirme. Anteriormente ya había estado en uno y lo había dejado. No obstante ante la insistencia de mi hijo regresé nuevamente al gimnasio donde estuvimos unos 6 meses, luego el gimnasio cerró. A pesar de eso, el tiempo que estuvimos allí sirvió para crear en nosotros disciplina y una rutina. Aunque pudimos haber buscado otro gimnasio, optamos por caminar (idea de mi hijo) y hacer ejercicios en el hogar.
Cuando comencé a caminar, los primeros días fueron incómodos, me sentía fatigado y a veces algo agobiado. Tomó algo de tiempo para que mi cuerpo se adaptara, pero cayó en tiempo. De eso ya han pasado varios años y nos hemos acostumbrado a la rutina de caminar en las mañanas. Nos levantamos a las 6:00 am y a las 7:00 am estamos en ruta. Caminamos unos 50 minutos. Ahora lo podemos hacer con mucha facilidad y disfrutando del entorno.
Las caminatas de la mañana y el ejercicio me han ayudado a no estar sedentario, a mejorar la salud cardiovascular, a evitar molestias en las rodillas y a bajar de peso. Eso es una bendición para la salud.
Gran parte de esto, se lo debo a la insistencia de mi hijo Joseph porque me importunó para ponerme en acción. Hoy estoy disfrutando los frutos de haber comenzado a hacer algo diferente.
Esto me hace pensar en la necesidad de tomar decisiones y comenzar a tomar acción. No se si recuerdas las resoluciones que hiciste a comienzo de año. ¿Que haz hecho con esas metas que te propusiste? Ya se esta acercando el fin del año y es triste mirar hacia atrás y no haber hecho nada de lo que nos propusimos. Sin embargo, no es tarde para comenzar. De hecho no tienes que esperar a principios de enero para comenzar. Hoy es el día.
Lo que necesitas es comenzar a caminar y no me refiero a una caminata mañanera. Me refiero a caminar en la vida, a caminar ahora. A verdaderamente hacer algo diferente, para que puedas ver un resultado diferente. Necesitas dar el primer paso y luego el segundo y seguir así. Si tienes alguien que te está “importunando” para hacer algo diferente, para comenzar algo nuevo, hazle caso. A veces, Dios nos incomodará de alguna manera para que salgamos de nuestra zona de comodidad. Lo que ahora te resulte incómodo, luego te traerá grandes beneficios.
Me gusta pensar que lo que siembro hoy, me dará cosecha en el futuro. Camino y hago ejercicio pensando en la cosecha de salud. El tiempo va pasando y nos vamos desgastando, pero podemos tomar medidas y hacer algo al respecto para estar de la mejor manera posible ahora y más adelante.
Las acciones que tomes hoy definirán tu futuro. El salmo 126:5-6 lo dice de esta manera:
Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.
Este es el tiempo de sembrar. Siembra en tu salud, siembra en tu vida, en tu familia, siembra en tu vida espiritual. Al principio no es fácil, pero luego te alegrarás viendo la cosecha, es decir, viendo los resultados positivos.